jueves, 4 de diciembre de 2008

Párafrasis

*Romo (2003) considera que la paráfrasis es la operación intelectual con la que se expresa con palabras propias las ideas expresadas, de forma oral o escrita, por otra persona, con el propósito de llevar la información a un lenguaje más personalizado y lograr una mejor comprensión del contenido.


*Se asume que la paráfrasis o parafraseo es la transformación de la forma de un mensaje o texto sin alterar en lo mas mínimo su esencia, su contenido, su significado. Es imitar al texto original para mostrar que se ha comprendido el contenido, haciéndolo mas claro, inteligible, sencillo y preciso.


*Es el traspaso o traducción de la información a un lenguaje representado por los recursos expresivos, orales o escritos, del que interpreta el mensaje o texto, por eso jamás coincidirá con las palabras y estructura exactas del original.

Esquema

¿Qué es un Esquema?

Es la expresión gráfica del subrayado que contiene de forma sintetizada las ideas principales, las ideas secundarias y los detalles del texto.

¿Por qué es importante realizar un esquema?

Porque permite que de un sólo vistazo obtengamos una clara idea general del tema, seleccionemos y profundicemos en los contenidos básicos y analicemos para fijarlos mejor en nuestra mente.

¿Cómo realizamos un esquema?

· Elaborar una lectura comprensiva y realizar correctamente el subrayado para jerarquizado bien los conceptos ( Idea Principal, secundaria…)

· Emplear palabras claves o frases muy cortas sin ningún tipo de detalles y de forma breve.

· Usa tu propio lenguaje expresiones, repasando los epígrafes, títulos y subtítulos del texto.

· Atendiendo a que el encabezamiento del esquema exprese de forma clara la idea principal y que te permita ir descendiendo a detalles que enriquezca esa idea.

· Por último elige el tipo de esquema que vas a realizar.

Tipos de Esquemas

Hay mucha variedad de esquemas que pueden adaptarse, sólo, depende de tu creatividad, interés o de la exigencia de tu materia.




Trabalenguas




• Si yo como cómo como,
y tu comes como comes.
¿Cómo comes, cómo como?
Si yo como cómo como.

• El amor es una locura que sólo la cura el cura,
pero el cura que la cura, comete una gran locura.

• Yo tenía una Jipijapa con muchos Jipijapitos,
iba a coger un Jipijapito y me picó la Jipijapa.

• Nadie silba como Silvia silba,
porque el que silba como Silvia
sabría silbar como Silvia silba.

• Cuando cuentes cuentos,
cuenta cuántos cuentos cuentas,
porque si no cuentas cuántos cuentos cuentas,
nunca sabrás cuántos cuentos, cuentas tú.

• Pancha plancha con la plancha
con la plancha, Pancha plancha.

• La reina de la coca-cola
se quiere descocacolizar
el descocacolizador
que la descocacolice
buen descocacolizador será.

• Un enredador, muy enredadizo,
enredó a un roedor muy enredado,
que ni el mejor desenredador
podría desenredar.

Texto Octavo Básico


Árboles nativos de Chile El bosque nativo se define, de modo general, como aquel ecosistema arbóreo, primario o secundario regenerado por sucesión natural, que se caracteriza por la presencia de árboles de diferentes especies nativas, edades, portes variados, con uno o más estratos. Una definición técnica dice que "el bosque nativo es un ecosistema natural en el cual el sustrato arbóreo está constituido por especies nativas con una altura mayor de dos metros y cobertura de copas de veinticinco por ciento". En Chile, debido a la diversidad de climas que se presentan en su dilatada geografía, tenemos una enorme variedad de bosque nativo, el cual recibe los embates de la acción destructora del hombre. En el norte tenemos el tamarugo que crece en la segunda región, en un clima desértico. Luego tenemos el llamado Bosque Esclerófilo, el que está compuesto por especies nativas como quillay, boldo, canelo, espino, etc. Este bosque se encuentra distribuido desde la cuarta a la octava regiones y se desarrolla en un clima mediterráneo. En el mismo clima pero sólo en la cordillera de la Costa de la quinta y sexta regiones se encuentra la palma chilena que se utiliza para la extracción de miel y de coquitos. Un poco más al sur encontramos sólo en la cordillera de los Andes al ciprés de la cordillera, desde la sexta a la undécima regiones, pues crece en clima mediterráneo subhúmedo. Desde la séptima a la décima regiones encontramos bosques del tipo roble - raulí - coigüe que se desarrollan en un clima mediterráneo perhúmedo y cuya madera es utilizada generalmente para la construcción de muebles. La lenga se encuentra en climas de bajas temperaturas y en general con precipitaciones tipo nieve, entre las regiones séptima a la duodécima. La araucaria sólo crece en la cordillera de los Andes, entre las regiones octava a décima en los climas templados cálidos, climas de hielo por altitud y clima de estepa fría. En estas mismas regiones también crece el bosque de tipo coigüe - tepa - raulí, pero se desarrolla en climas templados oceánicos. Por último, cabe mencionar el alerce, que sólo crece en la décima región en un clima templado oceánico y con precipitaciones por sobre los 4.000 mm.


PREGUNTAS
¿Define bosque nativo?
Nombra los bosuqes nativos que hay en chile.
¿Donde se encuntra la "lenga"?

Texto Séptimo Básico


"Las Tres Pascualas"

Leyenda de Concepción, Chile

Al final del siglo XVIII, tres muchachas llamadas Pascuala iban a lavar ropa a una laguna, como en aquellos tiempos lo hacían casi todas las mujeres pobres de la ciudad. Era realmente un espectáculo pintoresco y lleno de vida el que ofrecían esas hileras de mujeres que en la mañana y en la tarde iban a lavar a la laguna.
Cuando llegaba la tarde, o mejor dicho a la oración, emprendían el camino de regreso a sus hogares. La mayoría eran lavanderas de profesión, como las tres Pascualas.
Caminaban con sus grandes atados de ropa que llevaban generalmente sobre la cabeza. A menudo marchaban cantando o conversando en alta voz.
Era agradable el cuadro multicolor que ofrecía la laguna con la ropa de distintos colores que flotaba al viento o estaba tendida sobre las ramas y que se distinguía desde lejos.
Una tarde, cuando otras compañeras llegaron hasta la laguna, encontraron flotando los cadáveres de las tres Pascualas.
¿Cuál fue la causa de esta desgracia?
Se asomaron tanto al agua que cayeron y no pudieron salir, perecieron de este modo.
b) Las tres Pascualas amaban a un mismo hombre, y después de larga meditación en la noche anterior resolvieron poner término a sus días, arrojándose a la laguna que era su propio sustento.
c) Llegaban hasta la laguna todos los días a lavar; mientras realizaban su trabajo, entonaban hermosas canciones.
Un día llegó hasta la casa de las tres muchachas un forastero en demanda de hospedaje, el que fue acogido gustoso por el padre de las jóvenes.
Todos los días al morir la tarde, regresaba hasta la casa el solitario forastero y miraba a las Pascualas que volvían cantando, al aire sus trenzas rubias y su atado de ropa sobre la cabeza.
El joven se enamoró de las tres hermosas muchachas y cada una, en secreto, le correspondió su amor.
No sabiendo a cuál de ellas elegir como su esposa, en la noche de San Juan les dio cita a las tres en la orilla de la laguna.
A las doce de la noche el forastero remaba, pero desesperado al ver reflejarse en las plateadas aguas a las tres Pascualas, comenzó a llamar: ¡Pascuala...! ¡Pascuala...! ¡Pascuala...! Las tres al sentir su nombre se creyeron elegidas y comenzaron a entrar en las traicioneras aguas.
Desde entonces, en las hermosas y encantadas noches de San Juan, a las doce, se ve un bote y entre el croar de las ranas surge una voz que llama desesperadamente a las mozas.

(Versión de Oreste Plath)


PREGUNTAS

¿Donde lavaban la ropa las mujeres pobres de la ciudad?

¿Con que lugar del cuerpo cargaban la ropa?



Texto Sexto Básico


El gato con botas Charles Perrault
[Cuento. Texto completo]

Un molinero dejó, como única herencia a sus tres hijos, su molino, su burro y su gato. El reparto fue bien simple: no se necesitó llamar ni al abogado ni al notario. Habrían consumido todo el pobre patrimonio.

El mayor recibió el molino, el segundo se quedó con el burro y al menor le tocó sólo el gato. Este se lamentaba de su mísera herencia:

-Mis hermanos -decía- podrán ganarse la vida convenientemente trabajando juntos; lo que es yo, después de comerme a mi gato y de hacerme un manguito con su piel, me moriré de hambre.

El gato, que escuchaba estas palabras, pero se hacía el desentendido, le dijo en tono serio y pausado:

-No debéis afligiros, mi señor, no tenéis más que proporcionarme una bolsa y un par de botas para andar por entre los matorrales, y veréis que vuestra herencia no es tan pobre como pensáis.

Aunque el amo del gato no abrigara sobre esto grandes ilusiones, le había visto dar tantas muestras de agilidad para cazar ratas y ratones, como colgarse de los pies o esconderse en la harina para hacerse el muerto, que no desesperó de verse socorrido por él en su miseria.

Cuando el gato tuvo lo que había pedido, se colocó las botas y echándose la bolsa al cuello, sujetó los cordones de ésta con las dos patas delanteras, y se dirigió a un campo donde había muchos conejos. Puso afrecho y hierbas en su saco y tendiéndose en el suelo como si estuviese muerto, aguardó a que algún conejillo, poco conocedor aún de las astucias de este mundo, viniera a meter su hocico en la bolsa para comer lo que había dentro. No bien se hubo recostado, cuando se vio satisfecho. Un atolondrado conejillo se metió en el saco y el maestro gato, tirando los cordones, lo encerró y lo mató sin misericordia.

Muy ufano con su presa, fuese donde el rey y pidió hablar con él. Lo hicieron subir a los aposentos de Su Majestad donde, al entrar, hizo una gran reverencia ante el rey, y le dijo:

-He aquí, Majestad, un conejo de campo que el señor Marqués de Carabás (era el nombre que inventó para su amo) me ha encargado obsequiaros de su parte.

-Dile a tu amo, respondió el Rey, que le doy las gracias y que me agrada mucho.

En otra ocasión, se ocultó en un trigal, dejando siempre su saco abierto; y cuando en él entraron dos perdices, tiró los cordones y las cazó a ambas. Fue en seguida a ofrendarlas al Rey, tal como había hecho con el conejo de campo. El Rey recibió también con agrado las dos perdices, y ordenó que le diesen de beber.

El gato continuó así durante dos o tres meses llevándole de vez en cuando al Rey productos de caza de su amo. Un día supo que el Rey iría a pasear a orillas del río con su hija, la más hermosa princesa del mundo, y le dijo a su amo:

-Sí queréis seguir mi consejo, vuestra fortuna está hecha: no tenéis más que bañaros en el río, en el sitio que os mostraré, y en seguida yo haré lo demás.

El Marqués de Carabás hizo lo que su gato le aconsejó, sin saber de qué serviría. Mientras se estaba bañando, el Rey pasó por ahí, y el gato se puso a gritar con todas sus fuerzas:

-¡Socorro, socorro! ¡El señor Marqués de Carabás se está ahogando!

Al oír el grito, el Rey asomó la cabeza por la portezuela y, reconociendo al gato que tantas veces le había llevado caza, ordenó a sus guardias que acudieran rápidamente a socorrer al Marqués de Carabás. En tanto que sacaban del río al pobre Marqués, el gato se acercó a la carroza y le dijo al Rey que mientras su amo se estaba bañando, unos ladrones se habían llevado sus ropas pese a haber gritado ¡al ladrón! con todas sus fuerzas; el pícaro del gato las había escondido debajo de una enorme piedra.

El Rey ordenó de inmediato a los encargados de su guardarropa que fuesen en busca de sus más bellas vestiduras para el señor Marqués de Carabás. El Rey le hizo mil atenciones, y como el hermoso traje que le acababan de dar realzaba su figura, ya que era apuesto y bien formado, la hija del Rey lo encontró muy de su agrado; bastó que el Marqués de Carabás le dirigiera dos o tres miradas sumamente respetuosas y algo tiernas, y ella quedó locamente enamorada.

El Rey quiso que subiera a su carroza y lo acompañara en el paseo. El gato, encantado al ver que su proyecto empezaba a resultar, se adelantó, y habiendo encontrado a unos campesinos que segaban un prado, les dijo:

-Buenos segadores, si no decís al Rey que el prado que estáis segando es del Marqués de Carabás, os haré picadillo como carne de budín.

Por cierto que el Rey preguntó a los segadores de quién era ese prado que estaban segando.

-Es del señor Marqués de Carabás -dijeron a una sola voz, puesto que la amenaza del gato los había asustado.

-Tenéis aquí una hermosa heredad -dijo el Rey al Marqués de Carabás.

-Veréis, Majestad, es una tierra que no deja de producir con abundancia cada año.

El maestro gato, que iba siempre delante, encontró a unos campesinos que cosechaban y les dijo:

-Buena gente que estáis cosechando, si no decís que todos estos campos pertenecen al Marqués de Carabás, os haré picadillo como carne de budín.

El Rey, que pasó momentos después, quiso saber a quién pertenecían los campos que veía.

-Son del señor Marqués de Carabás, contestaron los campesinos, y el Rey nuevamente se alegró con el Marqués.

El gato, que iba delante de la carroza, decía siempre lo mismo a todos cuantos encontraba; y el Rey estaba muy asombrado con las riquezas del señor Marqués de Carabás.

El maestro gato llegó finalmente ante un hermoso castillo cuyo dueño era un ogro, el más rico que jamás se hubiera visto, pues todas las tierras por donde habían pasado eran dependientes de este castillo.

El gato, que tuvo la precaución de informarse acerca de quién era este ogro y de lo que sabía hacer, pidió hablar con él, diciendo que no había querido pasar tan cerca de su castillo sin tener el honor de hacerle la reverencia. El ogro lo recibió en la forma más cortés que puede hacerlo un ogro y lo invitó a descansar.

-Me han asegurado -dijo el gato- que vos tenías el don de convertiros en cualquier clase de animal; que podíais, por ejemplo, transformaros en león, en elefante.

-Es cierto -respondió el ogro con brusquedad- y para demostrarlo veréis cómo me convierto en león.

El gato se asustó tanto al ver a un león delante de él que en un santiamén se trepó a las canaletas, no sin pena ni riesgo a causa de las botas que nada servían para andar por las tejas.

Algún rato después, viendo que el ogro había recuperado su forma primitiva, el gato bajó y confesó que había tenido mucho miedo.

-Además me han asegurado -dijo el gato- pero no puedo creerlo, que vos también tenéis el poder de adquirir la forma del más pequeño animalillo; por ejemplo, que podéis convertiros en un ratón, en una rata; os confieso que eso me parece imposible.

-¿Imposible? -repuso el ogro- ya veréis-; y al mismo tiempo se transformó en una rata que se puso a correr por el piso.

Apenas la vio, el gato se echó encima de ella y se la comió.

Entretanto, el Rey, que al pasar vio el hermoso castillo del ogro, quiso entrar. El gato, al oír el ruido del carruaje que atravesaba el puente levadizo, corrió adelante y le dijo al Rey:

-Vuestra Majestad sea bienvenida al castillo del señor Marqués de Carabás.

-¡Cómo, señor Marqués -exclamó el rey- este castillo también os pertenece! Nada hay más bello que este patio y todos estos edificios que lo rodean; veamos el interior, por favor.

El Marqués ofreció la mano a la joven Princesa y, siguiendo al Rey que iba primero, entraron a una gran sala donde encontraron una magnífica colación que el ogro había mandado preparar para sus amigos que vendrían a verlo ese mismo día, los cuales no se habían atrevido a entrar, sabiendo que el Rey estaba allí.

El Rey, encantado con las buenas cualidades del señor Marqués de Carabás, al igual que su hija, que ya estaba loca de amor viendo los valiosos bienes que poseía, le dijo, después de haber bebido cinco o seis copas:

-Sólo dependerá de vos, señor Marqués, que seáis mi yerno.

El Marqués, haciendo grandes reverencias, aceptó el honor que le hacia el Rey; y ese mismo día se casó con la Princesa. El gato se convirtió en gran señor, y ya no corrió tras las ratas sino para divertirse.

Moraleja

En principio parece ventajoso
contar con un legado sustancioso
recibido en heredad por sucesión;
más los jóvenes, en definitiva
obtienen del talento y la inventiva
más provecho que de la posición.

Otra moraleja

Si puede el hijo de un molinero
en una princesa suscitar sentimientos
tan vecinos a la adoración,
es porque el vestir con esmero,
ser joven, atrayente y atento
no son ajenos a la seducción.


PREGUNTAS

¿Cual fue la herencia que recibió cada hermano?

¿Cuales fueron los materiales o herramientas que pidió el gato?

Nombra a los personajes principales.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Texto Quinto Básico


Piececitos
(Gabriela Mistral)
A doña Isaura Dinator

Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
Dios mío!
¡Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!
El hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
una flor de luz viva
dejáis;
que allí donde ponéis
la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.
Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heroicos como sois
perfectos.
Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!


PREGUNTAS
¿De que color se le ponian los pies al niño cuando tenia frio?

A Que se refiere esta frase "dos joyitas sufrientes"

Texto Cuarto Básico


Cómo cazamos un oso

Una mancha de sangre en la nieve. Eso era todo lo que había quedado después de que mí compañero hirió de un disparo al oso, y éste escapó. Pero aquella cacería no podía terminar allí, así es que nos reunimos en el bosque para tomar una decisión.
—¿Qué es más conveniente? —les preguntamos a los cazadores de osos—. ¿Esperar unos días hasta que la fiera regrese a su guarida o ir de inmediato en su búsqueda?
—En este momento sólo lograríamos asustarlo. Hay que dejar que se tranquilice —opinó un anciano montero, que llevaba muchos años persiguiendo la caza en los montes.
—Yo no veo inconveniente en perseguirlo ahora —rebatió Demian, y la discusión siguió.
—Con toda la nieve que ha caído, no podrá ir muy lejos —dije—. Lo alcanzaré esquiando.
Mi compañero no estuvo de acuerdo conmigo y aconsejó esperar. Pero yo estaba impaciente:
—No discutamos más. Hagan lo que quieran y yo me iré con Demian siguiendo las huellas del oso. Será magnífico si logramos acorralarlo, y si no lo conseguimos no perderemos nada.
Tal como lo afirmé lo hicimos. Mientras mi compañero y los demás hombres subieron a los trineos para regresar a la aldea, Demian y yo revisamos bien las escopetas y, alzando el cuello de nuestras chaquetas forradas en piel, nos adentramos en el bosque.
El tiempo era apacible y frío, pero resultaba difícil avanzar con los esquíes, ya que la nieve estaba blanda y esponjosa. A poco andar encontramos las huellas del oso, que en algunos trechos daba la impresión de haberse hundido hasta la barriga. Más adelante, las huellas se internaban en una espesura formada por abetos.
—No conviene ir tras estas huellas —dijo Demian, deteniéndose—. Pienso que el oso va a refugiarse aquí, y es mejor que demos un rodeo. Tratemos de no hacer ruido para no asustarlo.
Dimos vuelta hacia la izquierda, deslizándonos sigilosamente, y más o menos cincuenta pasos más adelante tropezamos nuevamente con las huellas. Nos miramos sorprendidos. Ahora éstas desembocaban en un sendero. Nos paramos allí para ver en qué dirección debíamos seguir; y observamos que en algunos lugares se notaban las huellas del animal muy marcadas en la nieve, y en otros sólo se distinguían las de un rústico calzado de corteza de abedul, propio de un campesino.
Recorrimos cerca de dos kilómetros, guiados por las huellas del oso, y éstas se alejaron del bosque y fueron en sentido contrario.
—¡Son de otro oso! —grité.
—No, señor; son del mismo —replicó Demian, examinando las patas marcadas en la nieve—. Se desvió del camino, y nos ha engañado andando hacia atrás.
Me resultaba muy difícil aceptar esa teoría; sin embargo, comprobé que era verdad. El oso había dado más de setenta pasos al revés, y de pronto volvió a caminar de frente.
—Lo acorralaremos. El pantano es su único escondite —aseveró Demian.
Nos adentramos en un tupido bosque de abetos. Yo principié a cansarme, a tropezar con algunos troncos o arbustos, y los esquíes se me torcían. Los de Demian, en cambio, daban la sensación de deslizarse solos, sin enredarse jamás. Así rodeamos el pantano, hasta que él se detuvo, haciendo señas de que me acercara.
—Observé esa urraca —me indicó—. Sus graznidos anuncian la proximidad del oso. Las urracas perciben su olor desde lejos.
Recorrimos otros dos kilómetros y reencontramos la antigua pista. Esto significaba que habíamos dado vueltas alrededor del sitio donde el oso se escondía. Por fin nos detuvimos, y yo me desabotoné la chaqueta y me despojé de mi gorro. Me sentía acalorado y sudoroso.
Es necesario descansar —aconsejó Demian, enjugándose la transpiración de la cara; sus mejillas estaban rojas.
Nos sentamos sobre los esquíes y sacamos el pan que llevábamos en los morrales. A través de los árboles se filtraba la puesta de sol. Comimos un poco de nieve, y luego el pan, que me pareció lo mejor que había comido en muchos años. Poco después bajaron las sombras del anochecer.
—¿Estaremos muy lejos de la aldea? —pregunté.
—Más o menos a unos dieciocho kilómetros.
Demian improvisó un lecho con ramas de abeto y nos tendimos alli, con las manos bajo la cabeza en reemplazo de las almohadas. Ignoro el momento en que me dormí, y caí en un sueño tan profundo que al despertar no supe en qué lugar me hallaba.
Vi que todo deslumbraba alrededor, y entre los ramajes, que formaban una bóveda por encima de mí, titilaban pequeñas luces multicolores. Pasado un rato me acordé de que estábamos en el bosque, y que eran las estrellas las que resplandecían en lo alto.
Desperté a Demian y sin pérdida de tiempo reanudamos la marcha. El silencio era tan denso, que únicamente se oía el sonido de nuestros esquíes resbalando por la nieve, y el leve golpe de una rama, o el crujido de un árbol, retumbaba por el bosque entero. De repente percibí un movimiento muy próximo y pensé que era el oso. Pero sólo descubrimos las pequeñas huellas de una liebre.
Ya en el camino, nos quitamos los esquíes y los arrastramos. Se deslizaban fácilmente, sin que hiciéramos ningún esfuerzo. Plumillas muy finas de escarcha flotaban sobre nuestras caras, y cientos de estrellas parecían bajar hacia nosotros, encendiéndose y apagándose, dando la sensación de un constante vaivén en el cielo.
Al llegar a la casa que habitábamos en la aldea, mi compañero estaba en cama, disponiéndose a dormir. No dejé que lo hiciera sin antes contarle la persecución del oso y dar órdenes para que nos reuniéramos todos a primera hora del nuevo día. Después, Demian y yo cenamos y me fui a acostar.
Me sentía tan agotado, que habría dormido la mañana íntegra si mi compañero no me hubiese despertado. Él ya se había vestido y estaba preparando su escopeta.
—Demian ya se fue al bosque y se llevó a los monteros —me comunicó—. Lo dispuso todo para acorralar al oso.
Me lavé y me vestí con prisa, cargué mis escopetas, y nos instalamos en el trineo.
Anduvimos casi cinco kilómetros y divisamos la columna de humo que surgía desde la parte baja del bosque, y al grupo de hombres y mujeres armados de estacas. Nos bajamos del trineo y nos acercamos. Demian estaba con ellos, y asaban unas papas, mientras conversaban alegremente. Al vernos, todos se pusieron de pie y Demian dio las instrucciones. Se trataba de ir componiendo un círculo alrededor del terreno que nosotros habíamos recorrido el día anterior. Unas treinta personas, hombres y mujeres, asintieron, y se internaron en el bosque en una larga fila. Mi compañero y yo fuimos detrás de ellos.
No era fácil avanzar de este modo por aquel sendero. No obstante, caminamos así más de dos kilómetros. De pronto vi a Demian que se aproximaba esquiando, haciendo gestos para que nos reuniéramos con él. Obedecimos, y entonces nos señaló nuestros respectivos puestos.
Ocupé el lugar indicado y miré en torno a mí. Hacia mi costado izquierdo se extendía una arboleda de abetos muy altos, pero no tupidos, entre los cuales era posible observar hasta una gran distancia. Allí divisé a uno de los cazadores. Delante de mí había un bosquecillo de abetos nuevos, no más altos que un hombre de regular estatura; sus débiles ramas se doblaban bajo el peso de la nieve. En medio de ese bosquecillo descubrí un senderito angosto, que venía a desembocar precisamente donde yo estaba. A mi derecha, los abetos formaban una espesura, detrás de la cual había una pradera, y allí se hallaba mi compañero.
Calmadamente revisé mis escopetas, les quité los seguros, y busqué el lugar preciso donde ubicarme. A pocos pasos vi un pino enorme y decidí colocarme junto a él. Hundiéndome en la nieve, caminé hasta el árbol y en seguida aplané el suelo bajo mis pies, preparando mi pequeño fuerte de batalla. Sostuve una de las escopetas en la mano y la otra la dejé apoyada contra el pino. Luego, desenvainé y envainé mi puñal, comprobando que, de ser necesario, podría hacer estos movimientos sin la menor dificultad. Repentinamente escuché los llamados de Demian:
—¡Alerta! ¡Alerta...! ¡Todos alerta!
De inmediato se oyeron las voces que contestaban:
—¡Alerta! ¡Alerta todos!
El oso se encontraba dentro de aquel extenso círculo, del que brotaban voces y gritos. Yo continuaba sosteniendo la escopeta, inmóvil, en silencio, sintiendo latir mi corazón y un escalofrío que recorría mi espalda. Pensaba: "lo veré aparecer y apuntaré, apretaré el gatillo... y se desplomará..."
Fue entonces cuando oi un ruido sordo, como si se hubiera producido un derrumbe en la nieve. Dirigí la mirada hacia los abetos más altos, y entre la arboleda, a unos cincuenta pasos, distinguí un bulto negro de gran tamaño. Esperé a que se aproximara un poco más y apunté. La mole giró en ese minuto, mostrándose de lado. Era un oso de estatura impresionante. Le disparé, pero la bala hizo blanco en un árbol, y a través del humo logré ver al animal que corría a esconderse en la espesura. Me desanimé. Pensé que había desperdiciado mi mejor oportunidad, ya que el oso no regresaría allí y lo cazarían los monteros. Sin embargo, cargué otra vez la escopeta. De pronto, cerca del sitio que ocupaba mi compañero, escuché los gritos de una mujer:
—¡Aquí..! ¡Está aquí! ¡Apúrense...!
Miré hacia allá y vi a Demian que corría por el senderito hasta llegar junto a mi compañero. Le señalaba una dirección con un bastón de los esquíes. Él disparó hacia el punto indicado. Pensé: "Si no lo mata ahora, el oso regresará a su guarida y no lo sacaremos de ahí". En aquel momento, intempestivamente, percibí el jadeo de la fiera. Se precipitaba por un caminillo entre los abetos, igual que un torbellino, levantando remolinos de nieve. Venía directamente hacia mí, con una mancha roja en su inmensa cabeza y los ojos extraviados, enceguecidos de terror. Disparé teniéndolo casi encima, e inexplicablemente no di en el blanco. El animal siguió en su enloquecida carrera y yo incliné mi escopeta y volví a disparar.
Lo había herido. El oso irguió la cabeza y mostrándome los dientes saltó sobre mí. Pero yo alcancé a coger la otra escopeta antes de que me derribara y traté de incorporarme. Cuando hice este esfuerzo comencé a ahogarme. Estaba aplastado por un peso terrible, y percibía un vaho caliente y un olor intenso a sangre. El animal tenía mi cara entre sus fauces, y las patas delanteras se apoyaban en mis hombros, inmovilizándome. Sentí que me hundía los dientes de arriba en la frente, en el nacimiento del pelo, y los inferiores debajo de los ojos, y que los iba apretando. Tuve la sensación de que me estaban cortando la cabeza con varios cuchillos, y pensé que era inútil luchar, que llegaba mi fin. Y repentinamente el tormento cesó. El oso había escapado.
—¿Qué pasó? —pregunté, confundido.
Me explicaron que cuando Demian y mi compañero vieron que la fiera me atacaba, acudieron a socorrerme. Mi amigo tropezó y cayó, y Demian, que no llevaba escopeta, llegó sin más arma que un bastón de los esquíes, gritando:
—¡El oso atacó al señor! ¡Vengan todos! ¡El oso atacó al señor!
Igual que si hubiera entendido, el animal me soltó y emprendió la fuga.
Ayudado por Demian, me puse de pie. En la nieve había un charco grande de sangre. Mi compañero me examinó las heridas y las cubrieron con nieve.
—¿Hacia dónde escapó? —averigüé.
—¡Aquí...! ¡Aquí está! —fue la respuesta.
En efecto, la fiera volvía, sin duda con la intención de atacarme otra vez. Pero al ver a tanta gente se asustó, y desapareció sin darnos fiempo para disparar. Pensé en continuar la cacería, pero empezó a dolerme mucho la cabeza, y la determinación unánime fue regresar a la aldea.
Un médico me curó y sané rápidamente, así es que pasado un mes partimos a cazar al mismo oso. Sin embargo, pese a mi obstinación, no logré matarlo. Fue Demian quien lo hizo.
Era un oso enorme, con una piel magnífica. Todavía lo conservo, disecado, en mi biblioteca. De mis heridas sólo quedan algunas marcas en mi frente.

Texto Tercero Básico

El bautizo de la luciérnaga

Asomadito tras la cordillera, el Sol se despedía de los prados y de aquel comienzo de bosque donde iba a celebrarse el bautizo de la Luciérnaga. Con su cara tan redonda y tan colorada, parecía que a cada instante iba a lamentarse: ¡qué lástima que deba irme... y con lo bonita que irá a estar la fiesta! Pero, mi hijita, queriendo o no queriendo, el señor Sol tenía no más que irse hacia otros lados de la tierra donde aún había niños, aves y flores dormiditos, y tenía que llegar allí despacio, como de puntillas, y cosquillearles las caritas a esos niños, y resbalar su tibieza por los nidos e ir entreabriendo con sus suaves dedos las llores.
Y en tanto a regañadientes se iba el señor Sol, corta que te corta con sus alas los últimos rayos, pasaban y pasaban las Mariposas y unos Abejorros bulliciosos. Iban a engalanarse para la fiesta del bautizo.
—Rrrrr..., rrrr..., rrrr..., rrrr, vamos de prisa —decían los Abejorros. Y un poco más allá, entre las raíces de un algarrobo, unas Hormigas iban y venían también afanadísimas, mientras arriba, escondidas en lo alto de las ramas llenitas de flores de oro, conversaban distraídamente unas Chicharras.
—¡Qué derroche, vecina!
—Ni bautizo de príncipe —rezongó la señora Chicharra más vieja, con su áspera voz.
—Desde aquí podremos mirar perfectamente la fiesta.
—¡Cht..., cht..., cht...!
Y todas las Chicharras se volvieron a mirar hacia el caminito que quedaba debajo del algarrobo: muy adornada, paseando con orgullo sus grandes ojos, descendía de su castillo doña Araña.
—Va a ser la madrina —explicó una Chicharra joven.
Tanto cuchicheo molestó a un Caracol que meditaba pegado a una rama tierna y lo obligó a estirar sus graciosos cachitos y curiosear un poco. Volvió después a quedarse quietecito, despreocupado de cuanto pasaba a su alrededor.
Doña Araña bajó al camino. Tras ella, ¡ah, si hubieses podido ver tú!, iban las criadas del castillo, las hilanderas, llevando montañas de encajes maravillosos para la recién nacida. Días y noches se tejió en el castillo de doña Araña para cruzar aquellos hilos tan finos, tan finos, que parecía iban a deshacerse al solo contacto del aire.
—¡Qué suerte para la hija de las Luciérnagas! —siguió comentando otra de las Chicharras, con su buen poco de envidia.
—¡Huy! han elegido bien los padrinos. Dicen...
Y la conversación fue cortada nuevamente por unas Abejas que pasaban, ¡sss..., sss..., sss!, con sus polleritas de dorado terciopelo, volando, volando y sin siquiera dignarse mirar a las Chicharras. Adelante iba la reina, y detrasito, no menos de un ciento de obreras, que llevaban cestas diminutas en las patitas traseras, y en las cestas, miel, néctar y polen, que es un polvito de oro perfumado que las Abejas sacan de las flores.
Las Chicharras, apretadas en el algarrobo, no salían aún de su asombro cuando, fíjate tú, vieron pasar un ejército de Mariposas semejantes a flores con alas, rojas, amarillas, blancas, azules...
Y eso no terminó allí. El Sol se fue hundiendo..., hundiendo detrás de los cerros de la costa, hasta no quedar de él nada, absolutamente nada. Las Hormigas dieron un último vistazo a las larguísimas galerías cruzadas bajo la tierra donde hundía sus raíces el algarrobo, y en filitas muy ordenadas se encaminaron hacia ese comienzo de bosque donde, ya he dicho, iba a celebrarse el bautizo de la Luciérnaga.
Había allí una ancha y húmeda franja de musgo suave, de un verde maravilloso, y encima de ella habían ya las Luciérnagas esparcido pétalos de malvas, de retamo, de jazmín, llevados desde los jardines del pueblo. Cabezuelas de hierbabuena, redondas como bolitas pintadas de morado, trasminaban asimismo el prado. Habíanlas enviado, en frescas bandejitas de barro, unas Avispas que vivían allá en la juntura de dos rocas, cerca del río.
Empezaba a llenarse de sombras aquel comienzo de bosque.
Apareció mamá Luciérnaga con su suave traje pardo y con sus dos maravillosos cinturones de luz que iban abriendo caminitos blancos, azulosos, por donde pasaba. Tenía igualmente el vestido de mamá Luciérnaga, a los costados, unas vistosas y menudas lunas rojas. Tras ella salió papá Luciérnaga, muy seriote, mirando y revisando que nada faltase.
—¡Chirrí..., chirríiii...!
—¿Quién es? —preguntó papá Luciérnaga, muy poco amistoso.
—Son los músicos que llegan —explicó con su voz apagadita mamá Luciérnaga.
Y fueron saliendo uno, dos, tres..., cinco..., diez..., yo no sé cuántos grillos, muy tiesos y graves bajo sus negras levitas.
—Por aquí, por aquí, señores —indicó el dueño de casa—. Hagan ustedes el favor..., en este saloncito —y mostraba un extremo sombrío del prado.
—Chirríii..., chirríi... —y los señores Grillos fueron a esconderse entre unas hojas secas que allí había.
Y no bien terminaban de instalarse los músicos, cuando, hijita de mi alma, apareció la bandada de Mariposas y, como quien dice, pisándoles los talones, doña Araña, la madrina, con su larga fila de hilanderas cargadas de regalos.
Mamá Luciérnaga salió a recibirlas.
—Gracias, gracias, amigas mías, por haber venido —decía a las Mariposas, que la rodeaban batiendo apenas las alas—. Yo sé que para ustedes es un sacrificio salir de noche. Y usted, comadre Araña, ¡tan hermosa con esos lujos de reina!
Las Mariposas se repartieron sobre la alfombra verde, jugosa, del musgo. Con las alas tendidas, parecían otras tantas flores de esmalte.
Doña Araña pidió de inmediato conocer a la ahijada y pasó hacia el interior de la casa.
—Rrrrrr..., sssss..., rrrrr..., sssss... —eran los Abejorros y las Abejas que llegaban a la fiesta, con su preciosa carga de perfumados presentes.
Y aquí nadie, fíjate tú, iba a ofenderse ni a atacarse. Serían todos como buenos hermanos. Ni doña Araña miraría con golosos ojos a las Mariposas, ni las Abejas dejarían en ningún momento de ser unas invitadas muy cumpliditas.
Pasaron algunos minutos y lentamente, muy lentamente, descendieron de unos altos tallos los Caracoles. En el sendero se toparon con las Hormigas, pero como éstas, tú sabes, caminan tan ligerito, luego los dejaron atrás. Pobres Caracolitos, con sus casitas a cuestas, apenas avanzaban por el camino. La tierra suelta y reseca que les atajaba el paso iba adornándose con unos hilos de plata...
—Esos pobres van a llegar después de los postres —comentaron las intrusas Chicharras.
—Debían haber partido ayer para llegar hoy —añadió la Chicharra más vieja, que era la más ofendida porque no las habían invitado.
—Miren..., mireeeen, ¡qué ridículos! —y todas las Chicharras volvieron a un tiempo los ojos salientes hacia donde señalaba la Chicharra vieja.
Y vas a ver tú el motivo de tantísimo alboroto: eran unos desgarbados Palotes qué, entre saltos y saltos, acudían a la fiesta. ¿Tú te acuerdas de los Palotes? ¿No? Son esos insectos con facha de palitos secos que tú en vano tratas de apresar en tus manitas, porque cuando ya tú crees que vas a alcanzarlos, ¡zas!, estiran las alas y esas patas tan largas y van a caer lejos, por allá lejos, que ni los divisas.
Bueno, pero sigamos el cuento. ¿Dónde íbamos? Ah, sí, en que habían llegado a la fiesta del bautizo las Arañas, las Abejas, los Grillos..., las Mariposas..., las Avispas; de veras, también las Hormigas, que ya entraban en la casa, y de repente hasta los Palotes con sus trancos larguísimos. Sólo los pobres Caracoles seguían camina que te camina sin adelantar mucho. Parecía que estaban todos los invitados, cuando, ¡ts..., ts..., ts...!, cayó sobre el prado una nube de Pololos con sus tiesos chaquetones de raso, negros, verdes, doraditos...
Papá Luciérnaga repartía palabras amables por aquí y por allá. Las Abejas giraban en torno a las cabezuelas de la hierbabuena, y un poco más distante, los músicos–Grillos frotaban sus alas comenzando una serenata.
Había cerrado la noche sobre el prado del cuento. Las Mariposas estaban fatigadas, soñolientas.
Por suerte apareció doña Araña llevando en sus brazos (debería decirse en sus patitas) a la pequeña Luciérnaga. ¡Y qué linda era! Mamá Luciérnaga tendió un claro pétalo de rosa sobre el musgo y allí la dejaron. La recién nacida tenía por almohada un jazmín y dormitaba tranquila. Entonces, como tú comprenderás, comenzó el obligado desfile de los convidados.
—Es una preciosura —dijeron los Abejorros.
—¡Una monada! —opinó el padrino, que era un Palote joven muy poco dado a las alabanzas.
—¡Cómo brilla! —exclamaban las hilanderas de doña Araña.
—Perfecta, perfecta —repetían las Hormigas, sin cansarse de admirarla.
Mamá Luciérnaga, como buena mamita, sonreía feliz.
¡Bien decía ella que su hija era la más hermosa del mundo entero!
Los señores Grillos tocaban y tocaban desde su escondite de hojas secas. Un grupo de Luciérnagas danzaba. En la oscuridad de la noche, eran como una ronda de estrellas sobre el prado. Todos miraban encantados. Hasta las mismas Chicharras, desde su encumbrada rama de algarrobo, seguían en silencio la graciosa danza de las Luciérnagas.
Detrás de la montaña fue levantándose un resplandor suave.
—¡La Luna..., la Luna! —aplaudió doña Araña.
—¡La Lunaaaaa! —repitieron asombradas las Mariposas y las Abejas.
—¿No conocían ustedes la Luna? —interrogó muy admirado un Pololo que lucía una almidonada casaquita verde.
—Noooo..., y ¡qué maravilla! Nosotras sólo conocíamos el Sol.
A todo esto, entre mira para acá y mira para allá, nadie se fijó en que mamá Luciérnaga y doña Araña, muy sigilosas, se habían llevado hacía ya rato a la pequeña Luciérnaga.
Ahorita la traían de nuevo y volvían a depositarla sobre el pétalo de rosa.
Papá Luciérnaga conversaba animadamente con el padrino, don Palote.
—Parece que ya la bautizaron... —manifestó la Chicharra vieja, con cierto modito despechado.
—Ah, de veras. ¡Qué lástima!
Mamá Luciérnaga llamó discretamente a su marido, le dijo algo al oído y después fueron repitiendo con muchísima gentileza a sus invitados:
—Ahora a cenar, señoras, señores..., a cenar..., a cenar.
Papá Luciérnaga ofreció su brazo a doña Araña, y don Palote, de un tranco largo, fue a ofrecer el suyo a mamá Luciérnaga. Los demás convidados aplaudían así..., así..., y en parejas se repartieron por el musgo, donde realzaba sus tallos claros el trébol.
Unas Moscas, por primera vez limpias en su vida, servían, en húmedas bandejas de greda y arena, trocitos de miel, fragantes jugos de flores, granos de azúcar, pequeños frutos silvestres... Las hilanderas de doña Araña y las obreras de doña Hormiga, muy compuestitas, iban y venían, ayudando en el servicio a las Moscas.
Las Chicharras del algarrobo varias veces estuvieron a punto de caer medio a medio de la fiesta, en su afán de no perder un detalle.
Todos comían y conversaban animadamente, y era de verlos, mi hijita, tan unidos, tan confiaditos, codo a codo los mismos enemigos de siempre.
Pero... como está de Dios que no haya dicha duradera, ocurrió que en lo mejor de la cena y mientras los Grillos llenaban el aire con melodioso concierto, como un terremoto, peor que un mal viento, por sobre el suave musgo salpicado de tréboles, pasó a todo correr un animal enorme, feroz, que arrasó con cena e invitados.
—Un Elefante..., un Elef... —alcanzó a gritar papá Luciérnaga, y se sintió lanzado lejos, sobre el duro camino.
Nadie tuvo tiempo de arrancar, debido a lo imprevisto del ataque. Las Mariposas fueron las primeras en sacudir su aturdimiento y, con sus pobres alas trizadas, emprendieron el regreso. Igual cosa hicieron las pocas Abejas que quedaron vivas..., y los Palotes..., y las Avispas..., y los Pololos, con sus graciosas chaquetitas desgarradas. Doña Araña, que no había recibido sino un sacudón, fue a atender a la pequeña Luciérnaga.
Mamá Luciérnaga con su carita llena de tierra y lágrimas contemplaba los destrozos.
Desde lejos, los Caracolitos, en su marcha lenta, olfatearon el peligro y desanduvieron el camino plateado de hilos de baba, en busca de su alto refugio de tallos.
Las Chicharras, en la fuerte rama florecida de oro del algarrobo, sentían también los grandes ojos húmedos...
—Dios sabe lo que hace. De buena nos libramos —comentó la más joven.
—Pobres..., pobres, era apenas un Gato y lo tomaron por Elefante —terminó la Chicharra vieja, meneando con pena la cabeza.
La noche avanzaba implacable sobre el maltratado musgo del prado.
—Chirríii..., chirríiiiiii —suspiraron bajito los Grillos, y asomaron temerosos de entre las hojas secas.
Algunas Luciérnagas llevaban sus lamparitas de aquí para allá, arreglando perjuicios.
Después todo volvió a quedar en calma. Ni quejas ni serenatas, nada, ni un rumor. Era sólo la noche con su silencio, y en lo alto, el rostro blanco de la Luna...

PREGUNTAS
¿Quienes son los personajes principales?
Cambiale el nombre al cuento.

Texto Segundo Básico



Papelucho en la clínica
(Fragmento)
Marcela Paz, Chile

Ahora sí que casi no escribo nunca más mi diario. Porque por culpa
del Casimiro casi muero. Yo estaba en la clínica acompañando a mi mamá
y a mi hermana de un día, y mientras ellas dormían estaba obligado a
pasearme por el famoso pasillo. Eran puras puertas iguales, todas cerradas,
todas blancas y con números.
Tantas puertas iguales dan sueño y aburrimiento o si no una curiosidad
tremenda. Entonces inventé un juego para no quedarme dormido. Cerraba
los ojos y caminaba ciego hasta una puerta. La abría y al abrirla abría
también los ojos. El juego era adivinar si el enfermo era hombre o mujer
y si era quebrado o no. Los enfermos eran casi todos viejos o señoras con
guaguas y yo les decía “disculpe” y cerraba otra vez la puerta.
Resulta que en el número 15 había un niño como yo y estaba solo y
me convidó a entrar. Y era el Casimiro.
- ¿Qué te pasa? - le pregunté.
- Estoy en observación - me dijo.
- ¿Es grave?
- No me quieren decir nada hasta que no llegue mi papá que viene de
Osorno.
- Así que ¿tú no tienes a nadie aquí?
- No. Estaba en el colegio y me enfermé y el médico y el rector me
trajeron a la clínica a hacer exámenes mientras viene mi papá.
- La cuestión es que no te mueras hasta que él llegue... - le dije.
Y así conversando y conversando nos pusimos a jugar y él inventó
que hiciéramos las “cambiaditas”. Y el cambio era que yo me metiera en la
cama de él y él se vistiera con mi ropa. Y justo cuando yo me había metido
en su cama con su pijama, abren la puerta y nos pillan jugando.
Era una enfermera con cara de “no me haga perder tiempo” y sin decir
palabra, tac me clavó una inyección en el brazo que ni sentí el pinchazo.
Casi y yo nos miramos un poco asustados, pero después nos dio
risa, sobre todo cuando la enfermera me levantó la ropa y me untó todo
el cuerpo con una cosa color café y me tapó con una tremenda gasa y
algodones como si fuera un herido. Y antes de poder preguntarse nada, ya
se había ido.
Casi y yo nos reíamos por haber engañado a esa enfermera tan creída
y Casi se veía recómico con mi ropa, y estábamos en lo mejor riéndonos
cuando de nuevo se abrió la puerta y entró otra enfermera con la ídem
de la inyección y sin decir palabra pescaron el catre mío (el de Casi) y lo
sacaron como si fuera un carretón.
Yo me iba muriendo de risa y el Casi se quedó con la boca abierta, pero
a medida que pasábamos por los pasillos a todo escape y me metieron con
catre y todo en un ascensor, me comenzó a dar un susto de no sé qué.
Y mientras bajábamos, me enderecé en el catre y quise explicar, pero la
enfermera me sujetó, me echó atrás y me dijo: “Quietecito y calladito” y no
me dejó ni hablar.
Dice Casi que él corrió detrás para explicar, pero le dieron un empujón
y lo dejaron fuera del ascensor y ni supo más de mí.
Cuando yo vi que entrábamos en el otro piso a un lugar lleno de puertas
anchas y un letrero que decía “Prohibida estrictamente la entrada”, y otro
“Pabellón de operaciones”, me dio un tilimbre en el estómago y pensé
gritar. Pero justo en ese momento me vino una borrachera y un sueño raro
con música de fondo y todas las caras se borraban y flotaban y era como la
muerte.





Preguntas


• ¿Qué ha pasado hasta ahora?
• ¿Por qué mi mamá estaba en la clínica?
• ¿Cómo crees que seguirá la historia?
• ¿De qué se trataban las “cambiaditas”?
• ¿Conocías al personaje Papelucho?
• ¿De qué se trataba el texto?
• ¿Cómo crees que seguirá?
• ¿Te gustó? ¿Por qué?
• ¿Qué tipo de texto es?

Texto Primero Básico



Los zoológicos son lugares en los que viven muchos animales. Están en las ciudades y las personas los visitan. En los zoológicos puedes ver a gorilas, leones, camellos y muchos otros animales. Allí trabajan muchas personas que cuidan de los animales y les dan de comer. En España los zoológicos más grandes son los de Madrid y Barcelona.





1. Escribe si es verdadero o falso:

En los zoológicos viven pocos animales.
____________________________


En los zoológicos hay gorilas.
__________________________


En los zoológicos trabajan muchas personas.
__________________________


En Madrid no hay zoológico.
__________________________


En Barcelona hay zoológico.
____________________________

Comprensión Lectora

Las sugerencias que se dan a continuación implican varios de los tipos de estrategias que se deben realizar para que la lectura sea eficiente.
Prelectura: Antes de comenzar a leer
Observación del texto: inferir información del autor, la longitud, el año en el que fue escrito, el índice o tabla de contenidos, comentarios editoriales, etc. (es lo que se hace cuando se va a comprar o decide leer un libro)
Observación de las partes del texto (partes, capítulos, títulos, subtítulos) y si el texto es corto, título, autor y párrafos.
InAnalizar un texto es descomponerlo o desglosarlo a partir de cuatro criterios básicos que son: partes, estructura, funciones y relaciones (Modelo analosintético, Meza, 1998)ferir la idea central a partir del título y de la lectura del primer y último párrafo (skimming)
Verificar esta idea a través de la localización de palabras claves que la confirmen (scanning).

* Es necesario suponer de qué se trata lo que vamos a leer.

Establecer la idea central del texto:
Si la lectura es superficial, bastaría con preguntar de qué se trata el texto. Sin embargo, a veces esto no es tan fácil de determinar. Para ello profundizamos haciendo un análisis del texto. Esto es lo que se hace cuando se lee para aprender: procesar información con una intención.

* Lo que lees, contrástalo con tu idea previa producto de la prelectura...probablemente tengas razón.

Lectura por párrafos:
Proceder a la lectura por párrafos. Si no se entiende en primera instancia, relacionar lo que se capta con la idea central preconcebida producto de la prelectura y con nuestros conocimientos previos.

* Aprendemos cuando procesamos información.

Existen diferentes tipos de estrategias que nos ayudan a procesar la lectura. Cada una de ellas contribuye, en forma diferente, a pasar la nueva información a la memoria a largo plazo. La ventaja es que no se olvida:


Algunas sugerencias que ayudan a leer para aprender

Análisis: Descomponer, desglosar o separar un todo de acuerdo con algún criterio

Analizar un texto es descomponerlo o desglosarlo a partir de cuatro criterios básicos que son: partes, estructura, funciones y relaciones (Modelo analosintético, Meza, 1998)

Síntesis: Recomponer o reconstruir el texto a partir del conocimiento y del uso de los criterios que nos da el análisis.
Tipos de análisis: Modelo analosintético

Análisis de partes: Las partes son los párrafos, los capítulos, los títulos y subtítulos, los gráficos, la diagramación, etc. Este criterio nos da información sobre el contenido y prepara la mente para recibir la información... De allí se puede planificar, inferir información, formar ideas sobre la lectura, etc.

Análisis de estructura
Estructura: Conjunto de conexiones organizadas, elementos relacionados en un todo.
En un texto, hay elementos: introducción, desarrollo y conclusión y están organizados y relacionados. Es una estructura concebido como un todo, una unidad cuyos componentes o elementos están dispuestos de una manera determinada, donde el todo es mayor que la suma de sus partes.

Introducción: propósito del autor, los antecedentes o circunstancia de lo escrito, la tesis o idea central y su alcance.
Desarrollo: Elemento fundamental del escrito en el cual se argumenta y se explica la idea concreta expresada en la introducción. El autor amplía su tesis introductoria, utilizando párrafos que guarden estrecha relación con esa idea concreta o tesis, lo cual permite al mensaje llegar al lector con precisión y claridad.
Conclusión: Se cierra con un refuerzo de los aspectos más importantes de su tesis o idea concreta. El autor puede expresar recomendaciones específicas que considere de utilidad para el lector como reflexión.

Análisis de funciones
Función: Se descompone el texto observando para qué sirve cada párrafo dentro del texto. En los escritos los párrafos deben cumplir una finalidad concreta, ser útiles .
La finalidad más importante es presentar o desarrollar una idea nueva o de avance que aporte contenido o información relevante . Da cuerpo al texto y por ello sabemos si son más o menos densos.
Pueden tener otras funciones:
§ Referirse o ampliar una idea anteriormente expresada
§ Definir un concepto
§ Representar un ejemplo, anécdota o caso ilustrativo
§ Resumir el párrafo o párrafos anteriores.
§ Servir de nexo o transición entre párrafos
§ Servir de introducción
§ Comentar una referencia bibliográfica
§ Concluir
§ Otros.
Para hacer un análisis de funciones, se identifica la función de cada párrafo, se subraya la idea que contiene la función del párrafo y se explica y parafrasea esa idea.


Análisis de relaciones
Análisis de relaciones entre la función del párrafo y la idea principal.

La función del párrafo y la idea principal (que resume mayor información) coincide o es semejante. Así, cuando hacemos un análisis de relaciones buscamos esa coincidencia, obteniendo el conjunto de ideas principales para establecer cómo se relacionan.
El resultado de hacer un análisis de relaciones es determinar la coherencia de un texto.
La coherencia textual es cuando existe una relación lógica e hilada entre los párrafos: una idea lleva a la siguiente.

La cohesión y coherencia
Es la fuerza que tienen los párrafos, dados por sus relaciones entre las ideas principales y secundarias. La coherencia es la ilación, coordinación, unión, fuerza cohesiva entre ideas principales y secundarias y entre los párrafos entre sí en un texto. Esa relación es obligada para que exista coherencia.

La cohesión y coherencia, se evidencia mediante el uso de palabras o conectores que conectan las ideas u oraciones. Existen conectores semánticos o palabras que conectan:
§ De avance, cuando el autor agrega nuevos aportes a su idea principal
§ De retroceso, contrapone otra idea a la principal.
§ De pausa, se detiene en su discurso, para repetir con otras palabras lo dicho, ejemplificar y dar apoyo a lo expresado.
Otras palabras que se usan para dar coherencia textual a un párrafo son las palabras anáforas o referencias representadas por los pronombres posesivos, demostrativos, relativos y algunos adverbios. Estos son relacionantes cohesivos y por ende generadores de coherencia textual. Relación anafórica: capacidad de remitir a lo que se acaba de expresar... También, tienen función cohesiva algunas palabras a través de la sinonimia.
La coherencia textual es, entonces la conexión, el hilo conductor que hay entre las ideas principales y secundarias de un párrafo y, en general entre las ideas de un párrafo y otro.

El resumen y el mapa conceptual
Estas dos estrategias contribuyen a pasar lo que leemos, de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Una vez que se almacena en la memoria a largo plazo, no se olvida. Además, cuando realizamos este tipo de estrategias, estamos contribuyendo al aprendizaje significativo pues incorporamos la nueva información a nuestra red de conocimientos. Coloca al lector como activo protagonista de su aprendizaje.

Los mapas conceptuales son una organización jerárquica de las ideas y se realizan clasificándolas de acuerdo a su importancia.

Los resúmenes son síntesis que pueden ser personales (cuando agregamos nuestros criterios previos) o textuales (cuando establecemos en forma de paráfrasis la idea del autor, sin cambiar su significado).

Pasos para hacer un resumen:
§ Se lee y se entiende el párrafo.
§ Se elimina lo superfluo y lo redundante (explicaciones, ejemplos, ideas repetidas, etc.) en cada párrafo
§ Se generaliza y/o se incluye (se construye una oración que implique o se aplique a otras oraciones) en cada párrafo.
§ Se construye una idea por cada párrafo.
§ Se integran todas las ideas de cada párrafo en una sola construcción, mediante el parafraseo y por escrito.


Mediación Escolar

Mediación escolar
Generalidades sobre mediación
La mediación es un proceso cooperativo de resolución de conflictos. La idea es que las partes encuentren una solución a la disputa.
La mediación escolar es un método para resolver conflictos que supone un tercer neutral que pueda ayudar a los disputantes de forma cooperativa de manera tal que puedan resolver el problema que los enfrenta. El clima de colaboración debe ser creado por el mediador y esto demanda:
1.Reducir la hostilidad
2. Orientar la discusión, de modo tal que un acuerdo satisfactorio sea posible
3. Coordinar un proceso de negociación

Principios básicos de la mediación:
1. Comprender y apreciar los problemas presentados por las partes
2. Revelar a las partes que el mediador conoce y entiende los problemas
3. Crear dudas en las partes respecto a la validez de las posiciones asumidas
4. Sugerir enfoques alternativos
La principal herramienta con la que cuenta el medidor, es pues, el proceso. Dicho proceso puede recordarse con la regla nemotécnica CADGER:
Comenzar la discusión:
La reunión no tiene por qué empezar rapidamente, es importante que las contribuciones que hagan las partes para ayudar en la discusión sean diferentes a las que se hubieran realizado en el pasado.
Acumular información
Las partes conocen el conflicto, pero no el mediador. Éste procurará orientar a las partes cuando el discurso se desvíe del tema central. El mediador debe apreciar las perspectivas en toda su magnitud.
Desarrollar la agenda y discutir la tarea
El mediador debe organizar los temas que deban tratarse.
Generar movimiento
Las partes deben sentir que son ellos y no un tercero los que deberán resolver el conflicto
Escape a reuniones privadas
Es un recurso que el medidador puede utilizar con diferentes motivos.
Rresolver la disputa
Hay veces que la mediación no logra un acuerdo.
Entre los recursos comunicacionales del mediador, tenemos preguntas abiertas, cerradas y circulares (útiles para sacar a las partes del pensamiento lineal). También el parafraseo y el replanteo, posibilidad que permite modificar las posiciones de las partes, incluyendo otros puntos de vista.
Respecto a los recursos procesales, existen diferentes tipos de reuniones, las conjuntas y las privadas. Por supuesto, es requisito sellar un acuerdo de confidencialidad entre los participantes del proceso.

Mediación escolar
EN 1986, Hill Honig, superintendente de Educación Pública en EEUU, afirmo que: "Enseñar las habilidades de resolución de conflictos en las escuelas provocará el descenso de los problemas disciplinarios y proveerá de cimientos y habilidades para la próxima generación. Es nuestra intención que todos los estudiantes tengan la posibilidad de ser instruidos acerca de la resolución de conflictos y habilidades comunicacionales".
En efecto, la experiencia lleva a afirmar que enseñar a los chicos a abordar los conflictos constructivamente, contribuye a un mejor aprendizaje.
Los objetivos de la mediación escolar son:
1. Construir un sentido más fuerte de cooperación y comunidad con la escuela
2. Mejorar el ambiente del aula por medio de la disminución de la tensión y la hostilidad
3. Desarrollar el pensamiento crítico y las habilidades en la solución de problemas
4. Mejorar las relaciones entre el estudiante y el maestro
5. Incrementar la participación de los estudiantes y desarrollar las habilidades del liderazgo
6. Resolver disputas menores entre iguales que interfieren con el proceso de educación
7. Favorecer el incremento de la autoestima dentro de los miembros del grupo
8. Facilitar la comunicación y las habilidades para la vida cotidiana.
Los programas de aprendizaje de técnicas de mediación, están construídos en base a las siguiente etapas:
1. Sensibilización y difusión respecto al proyecto
2. Reuniones con los alumnos
3. Entrenamiento para los alumnos
4. Instalación de un centro de mediación escolar
5. Monitoreo y evaluación de la experiencia.
La forma tradicional de actuar frente al conflicto es la de la sanción disciplinaria, pero no siempre el castigo supone una modificación de la conducta. Paradójicamente, el castigo puede transformarse en una justificación de la conducta o incluso en un trofeo o un proceso de victimización. Pero recurriendo a sistemas de mediación, las partes se sienten satisfechas por el acuerdo convenido y esta situación las predispone favorablemente para abordar futuros conflictos de la misma manera. Sin embargo, debe considerarse que no todos los conflictos pueden resolverse a través de la mediación. Ciertas normas institucionales, administrativas o las mimas políticas educativas deben estar fuera del ámbito de negociación.
Existen básicamente cinco estrategias frente a las situaciones conflictivas:
1. La retirada: supone una renuncia a los objetivos y a la relación
2. La fuerza: asegurar el objetivo, olvidando la relación
3. La afabilidad: priorizar la relación renunciado al objetivo
4. El compromiso: conservar parte de los objetivos para mantener la relación
5. La negociación integradora: buscar el acuerdo que contemple los objetivos de ambas partes, propiciando una excelente relación
La mediación, busca la negociación integradora, se basa en el consenso, la colaboración y una actitud constructiva.

Fábulas

La Zorra y el Cocodrilo

Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados.

Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del gimnasio.

-- No es necesario que me lo digas -- replicó la zorra --; las cualidades de tu piel demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.

Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira.



El buen León Rey


Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo como una buena creatura, que llegó a ser el rey.

Bajo su reinado se celebró una reunión general de los animales para disculparse y recibir mutua satisfacción: el lobo dio la paz al cordero, la pantera al camello, el tigre al ciervo, la zorra a la liebre, etc.
La tímida liebre dijo entonces:
-- He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más fuertes.


E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.


Cuando en un Estado se practica la justicia, los humildes pueden vivir tranquilos..., pero no deben atenerse.


Creaciones Poéticas


Poema "Agustín"

La vida me dio una sorpresa,
Eres un regalo que nuca pedí,
Pero eres el mejor de todos.

Eres la estrella que ilumina mi vida,
Eres la dosis que calma mi vivir,
Te tomo en mis brazos, eres parte de mí.

Ya comenzó la mejor historia,
Historia en las cual se cumplirán mis anhelos,
Anhelos que a lo largo de la vida los cumpliremos tomados de la mano.




Por Andrea Fernández B.
Poema “Delirio”

Hoy quiero despertar,
Mañana volar,
Tú vas a estar.
Si no, te voy a perdonar


Quiero apagar la luz,
Amar a oscuras,
Entregar por completo mi ser.
Tengo la esperanza de algún día reír.


Solo tú sabrás lo que yo siento,
Mil emociones me desbordan,
Deseo transformar la ilusión,
Camino delirando sueños.



Por Andrea Fernández B.

martes, 2 de diciembre de 2008

ANTIPOESIA




El hombre imaginario

vive en una mansión imaginaria

rodeada de árboles imaginarios

a la orilla de un río imaginario


De los muros que son imaginarios

penden antiguos cuadros imaginarios

irreparables grietas imaginarias

que representan hechos imaginarios

ocurridos en mundos imaginarios

en lugares y tiempos imaginarios


Todas las tardes imaginarias

sube las escaleras imaginarias

y se asoma al balcón imaginario

a mirar el paisaje imaginario

que consiste en un valle imaginario

circundado de cerros imaginarios


Sombras imaginarias

vienen por el camino imaginario

entonando canciones imaginarias

a la muerte del sol imaginario


Y en las noches de luna imaginaria

sueña con la mujer imaginaria

que le brindó su amor imaginario

vuelve a sentir ese mismo dolor

ese mismo placer imaginario

y vuelve a palpitar el corazón del hombre imaginario


lunes, 1 de diciembre de 2008

Adivinanzas


Somos verdes y amarillas,también somos coloradas,es famosa nuestra tarta y también puedes comernossin que estemos cocinadas. (Las manzanas)

Agrio es su sabor,bastante dura su piely si lo quieres tomartendrás que estrujarlo bien. (El limón)

Aunque no soy florista trabajo con flores y por más que me resista el hombre arrebata el fruto de mis labores. (La abeja)

Niños y niñascon sus profesores,pupitres y sillas,pizarras y flores,libros y cuadernos,tizas, borradores,muchos lapiceros de varios colores.Allí tu vas.¿Lo adivinarás? (El colegio)

Entra el estudioso,nunca el holgazán,va buscando libros que allí encontrará. (La biblioteca)

Abierta siempre estoypara todos los niños.Cerrada y triste me quedolos domingos. (La escuela)